top of page

Punto.

Todo resultaba tan sencillo, tan natural, tan espontáneo. Era como haber nacido para eso, para convertirme en tu eterno enamorado de poemas cortados, de besos abundantes y llamadas sin cobro a destino.


Nos sentamos juntos a ver la luna. Su esfera se truncaba, y ere ese el único indicio que avisaba el paso de los días. Así construimos nuestro mundo, abstraído del tiempo, detenido entre las horas, ignorante del sol o del viento.


Miro el teléfono, ordeno palabras, separo oraciones. No, comas no, puntos mejor. Punto y seguido o mejor algún signo de exclamación. ¿Tampoco? ¿Algún sinónimo quizá? No, tampoco.


La luna se coló por mi ventana. La vi hacerse pequeña, arrugarse en la penumbra. Vi el reloj consumir las horas y las colillas caer gastadas de entre mis dedos. El tiempo se hacía perceptible, agotable, tangible. Ya no estabas y cada minuto cobraba esos suspiros que regresaban a tus labios, que se volvía un desinfectante barriendo cualquier migaja de memoria, de esperanza.


Tomé el teléfono de nuevo. Después de todo no me atreví a enviar una letra, ni un número. Fue solo un punto, redondo, pequeño. Un punto, un punto silencioso, desteñido, explícito pero inentendible, lleno de historia pero sin recuerdos. Un punto, solamente un punto. Un punto y aparte.


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Redes
  • Instagram Social Icon
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
bottom of page