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Aniversario de Olvido



Carta finalista y ganadora del tercer lugar en el concurso "Audiocartas al amanecer" (2014)


Querida Paca:


¿Que por qué te escribo? No tengo ni idea, no se si es el alcohol o el trasnocho pero llegué a mi casa con tu cara amarrada a los ojos, el nudo parece tan fuerte que ni siquiera durmiendo logré dejar de verte.


Ha pasado un año desde aquel mensaje. ¿Te acuerdas? Fue la última vez que hablamos, habíamos discutido en aquel bar, tu estabas tomada, yo era un idiota, aún así te disculpaste, aún así te esperé, pero nunca volviste, nunca tus pasos se cruzaron de nuevo y terminé confundido esperándote a destiempo, rogando al cielo, al destino, y hasta a los astros que los minutos se consumieran mas de prisa porque al final del día pensaba en que solo el tiempo podría barrer este recuerdo sombrío de tus ojos.


Creo que soy feliz. Después de buscarte en cada rostro, en cada lágrima, en cada fracaso, entendí que no todo era tu culpa, si no que también era tu derecho. No podía pretender amarrarte a una idea de vida perfecta que no encajaba dentro tu ideal de perfección. ¿Que fui muy intenso? Si, por supuesto que si, por eso te sigo escribiendo estas líneas heridas aún cuando ha pasado un año, aún cuando ya no me recuerdas, aún cuando tu perfume ya ni siquiera es una estela borrosa en mi cama. El punto es que creo que te amo, que no se como pasó pero me enamoré de un recuerdo despechado, de un par de lágrimas desgarradas y de una ilusión que no fue recíproca.


Algo muy importante a saber, esta carta no tiene intención de rogarte el regreso, creo que ninguno de los dos podría aguantarlo, creo que prefiero seguir bailando la milonga lenta del desamor, de tu olvido. Creo… No, estoy seguro que me encariñé con el sonido estremecedor de tus pasos al alejarse, del silencio inminente de tus llamadas, creo que de lo que realmente me enamoré fue de buscar rastros de tu olor entre las personas que conocimos, entre los lugares que visitamos, entre las sábanas de aquel hotel que sintió tus gemidos aterrizar en los míos.


Te confieso que antes de dormirme te pienso, y me doy la vuelta imaginando tu torso rozar mi espalda, cierro los ojos y tus brazos me cobijan mientras lágrimas amargas humedecen mis labios. Creo nunca fuiste mas que eso, un sueño, un sueño sostenido que me hacía cerrar los ojos muy fuerte por miedo a despertar. En tu regazo temí cada amanecer, cada rayo sol, pero no era su luz o su calor lo que me hacía temblar, era la idea de que se hiciera de día y al despertar no estuvieses ahí para sonreírme. ¿Al final qué? ¿De qué sirvió tanto miedo, tanto evitar la mañana? Al final amaneció y ya no estabas. El sol salió entre las montañas y no estuviste ahí para sentir su fuerza conmigo, al final nunca fue el amanecer, el nunca tuvo la culpa, fueron tus ojos ligeros, fue tu sueño superficial, fue mi ilusión desbocada.


Se hace de día mientras celebro este aniversario de olvido, y aunque no lo creas, cada despertar miro tu lado de la cama imaginándote dormir desnuda y descubro que es mentira, cada día descubro que no estas, que el amanecer es solo mío, que el sol solo ilumina mis penas, y aunque sus rayos me recuerdan que te fuiste, su calor me regala a gritos veinticuatro horas renovadas para comenzar de nuevo, para extrañar tus pasos, para acostumbrarme a tu ausencia.

Te extraña de a ratos

Julián.


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